Cuando existen dificultades a la hora de mantener la atención, es importante crear un ambiente propicio y una predisposición adecuada por parte del niño. Para ello es conveniente:
Buscar un espacio adecuado a la actividad que va a realizar. En el caso del estudio, debe tratarse de una zona bien iluminada, silenciosa y aireada. Conviene que se trate siempre del mismo espacio; de esta forma, con el tiempo se produce una asociación –por ejemplo, escritorio-estudio–, que predispone a la persona hacia una actitud acorde con lo que va a hacer y, por tanto, de mayor concentración.
Preparar previamente aquello que se vaya a necesitar. Las constantes idas y venidas en busca de materiales rompen la concentración. Además, dale de merendar antes de empezar para que no te sorprenda con paseos a la nevera porque tiene hambre.
Evitar distracciones como la televisión, la radio o el ordenador, si no se necesita para la tarea. La música tranquila puede ayudar a algunas personas a concentrarse, pero nunca se debe poner música con canciones, ya que seguir la letra dificulta la atención sobre la tarea.
Fijarse objetivos a corto plazo. Aunque tengamos en mente una meta lejana, como puede ser aprobar bien el curso, siempre hay que tener objetivos cercanos. De esta forma, facilitamos la planificación que es una de las bases de la atención. Además, al ver con más facilidad cómo se van cumpliendo esos objetivos la motivación aumenta.
Subrayar, hacer esquemas y resumir. Estas tareas ayudan mucho a los niños que se distraen con facilidad y no son capaces de sostener la concentración.
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