1. Recicla papel
Necesitarás agua, papel (si es de distintas texturas, mejor), una batidora (valdrá la de la cocina), un barreño de plástico, un bastidor o marco de madera con una malla (puedes hacerlo tú mismo), unos libros para usar a modo de prensa y una tela de algodón. Corta el papel en trozos muy pequeños y déjalos en remojo una o dos horas, hasta que se forme una pasta. Si usas agua caliente, tarda menos en deshacerse. No olvides cambiar el agua de vez en cuando, a medida que se vaya tiñiendo con la tinta del papel. Tritura la pasta con la batidora hasta obtener una masa homogénea y viértela en el barreño. Si crees que es demasiado espesa, y no quieres que el papel obtenido parezca cartón, puedes añadir un poco de agua. Mete el bastidor en el barreño hasta que toda la malla quede cubierta por la pasta. Si quieres una capa de papel más gruesa, deja que entre más masa. Saca el bastidor y deja que el agua sobrante escurra para volcarlo con mucho cuidado sobre la tela de algodón. El papel irá secándose poco a poco. Coloca unos libros encima para que quede completamente liso. Puedes conseguir papeles de colores añadiendo al agua tintes vegetales o químicos, infusiones...
2. El detective del agua
Deja que tu hijo descubra toda el agua que podéis ahorrar investigando los grifos y llaves de paso de toda la casa. Coloca recipientes debajo para ver cuántas gotas se pierden y que calcule cuánto se ahorraría al cabo del año si se arreglase esa avería y reparadla juntos o llamad a un fontanero. Pídele que siga investigando vuestro hogar, el colegio, la casa de los abuelos... y que prepare un completo informe.
3. Hacer compost
Prepararlo es una forma sencilla de devolver a la tierra lo que obtenemos de ella. Sólo necesitas: una caja grande, bolsas de basura, material vegetal, tierra y desechos vegetales y una pala pequeña. Coge una caja y fórrala por dentro y por fuera con bolsas de basura. Haz unos agujeros en los lados para facilitar la ventilación. Coloca tu depósito en un lugar soleado y que tu hijo vaya añadiendo los desperdicios de la cocina, materia vegetal y un poco de tierra. Removed la mezcla cada pocos días con una pala. En un par de semanas, si hace buen tiempo, tendrás un abono perfecto para tu jardín y macetas.
4. Imaginación reciclada
Los restaurantes de comida rápida suelen guardar sus platos en envases de poliestireno. Aunque muchas de ellas están reduciendo el uso de este material por cuestiones medioambientales, la mayoría de ellas siguen empleándolos. Aprovecha para darles un nuevo uso. Con ellos puedes preparar semilleros para vuestro jardín o convertirlos en una bonita maceta para una planta pequeña. Guarda en ellos sus canicas y cromos o que los use a modo de canasta en las que encestar objetos pequeños como bellotas o huesos de aceituna.
5. Una barca ecológica
También puedes usarlos para fabricar originales barquitas. Para ello necesitas, además del envase, un lápiz o palo, papel y cinta adhesiva. Puedes fabricarla de dos maneras: bien separando la parte inferior de la superior y usándolas para montar en ellas a sus juguetes favoritos; o dejándola intacta, haciendo un agujero en el centro y colocando el lápiz o palo a modo de mástil. A su alrededor, coloca un trozo de papel que habrás cortado con forma de triángulo como si fuese una vela. ¡Ya pueden organizar sus propias regatas!
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