https://www.inflamacionalimentaria.com/blog/enfermedades-del-sistema-circulatorio-27.html

Enfermedades del sistema circulatorio

Cuando acudimos al médico por algún problema de salud uno de los  diagnósticos mas preocupantes  que nos pueden ofrecer es que estemos sufriendo enfermedades del sistema circulatorio.

No porque sean siempre graves, sino porque las asociamos a menudo con órganos insustituibles e irreparables de nuestro cuerpo, como es el corazón. Si bien el corazón es uno de los posibles órganos afectados, las enfermedades de este tipo no solo inciden sobre el músculo cardiaco. Por eso antes de alertarse más de lo necesario conviene conocer al detalle los diferentes elementos que conforman el sistema circulatorio del cuerpo humano.

¿Qué es el sistema circulatorio?

También conocido como aparato circulatorio, los principales componentes del sistema son el corazón, las venas, las arterias y la sangre (en conjunto llamado sistema cardiovascular), y los vasos linfáticos y la linfa (sistema linfático).

Este aparato realiza funciones de transporte dentro del organismo humano. Mediante la sangre se entregan los diferentes nutrientes que necesitan los órganos para su correcto funcionamiento, se realiza el aporte de oxígeno, pero también se recogen los deshechos y residuos del metabolismo para expulsarlos en la exhalación o en la excreción, según corresponda.

Los vasos sanguíneos son conductos musculares que parten desde el corazón, recorren todo el cuerpo y regresan de nuevo al corazón. Están repletos de sangre y permiten que esta alcance cada resquicio del organismo sin que haya perfusión a otros tejidos.

Entre los vasos sanguíneos se distinguen dos tipos principales. Por un lado tenemos las arterias, que son los vasos sanguíneos que sacan la sangre del corazón, y las venas, que ejecutan el cometido complementario; es decir, llevan la sangre de vuelta al corazón para que el ciclo de bombeo pueda continuar.

Según el tamaño de los vasos sanguíneos también se pueden hacer distinciones. Así, las arterias se dividen en arteriolas, y estas en metaarteriolas. Los vasos más delicados se conocen con el nombre de capilares, son extremadamente finos y ni siquiera tienen capa muscular. En los capilares es donde se realiza el intercambio de sustancias con los tejidos y tras haber efectuado la tarea encargada, la sangre vuelve a reunirse, como ya adelantábamos en el párrafo anterior, en las venas que van al corazón, pasando primero por unos vasos de menor calibre conocidos como vénulas.

El bombeo de la sangre no tendría lugar si no existiese el corazón. Se trata de un músculo de forma compleja y tamaño considerable, hay quien lo compara con un puño cerrado, tanto por la forma de la envolvente como por las dimensiones. Este músculo funciona como una bomba, siendo hueco por dentro. En su interior existen cámaras, denominadas cámaras cardíacas, en las que tiene lugar el flujo vascular.

El corazón funciona a una velocidad de entre 60 y 80 pulsaciones en reposo, cantidad que puede aumentar considerablemente durante los esfuerzos y que también es mayor durante la juventud y al sufrir enfermedades circulatorias. La sangre entra a una de las cavidades conocida como aurícula y pasa a través de la válvula tricúspide al ventrículo. Los diferentes movimientos musculares que permiten realizar la acción mecánica de bombeo se llaman sístole y diástole.

Los elementos del sistema vascular son bastante conocidos en general, sin embargo el sistema linfático es una parte a menudo olvidada del aparato circulatorio. Este sistema es el encargado de llevar la linfa unidireccionalmente al corazón. Se trata de un líquido no pigmentado que se entrega en exceso a las células y escapa a espacios intersticiales. Contiene algunas proteínas, siendo mucho más notable su contenido lipídico. La carencia de color se debe en gran parte a que solo transporta glóbulos blancos. Esta es la diferencia fundamental con la sangre.

Los vasos linfáticos, una serie de venas especializadas en llevar la linfa al corazón, reciben el líquido de músculos y capilares gracias a las contracciones involuntarias de los músculos, a los movimientos pulsátiles de las arterias cercanas e incluso por la inercia generada en nuestros movimientos con las extremidades.

Toda la linfa recuperada se concentra en unos capilares de mayor relevancia para el organismo conocidos con el nombre de venas subclavias. Otros vasos linfáticos que conviene saber que existen son los conductos, los troncos y los colectores.

En cuanto a los órganos peculiares que conforman el sistema, se suelen dividir en dos grupos bien diferenciados.

En el primer grupo están los órganos linfoides primarios, que son la médula ósea y el timo. Estos dos órganos son los encargados de generar linfocitos. En concreto, la médula ósea madura los linfocitos B y el timo madura los linfocitos T. Los linfocitos son células blancas especiales, por lo que en los textos y diagnosis médicas a menudo aparecen referidos simplemente como leucocitos. Esta función de creación de las células sanguíneas lleva el nombre de hematopoyesis.

Por otro lado están los órganos linfoides secundarios: ganglios linfáticos, bazo y tejido linfoide ubicado en las diferentes partes mucosas del cuerpo.

El bazo es una especie de filtro que se encarga de eliminar de la sangre las alteraciones celulares. En este órgano entran en contacto los linfocitos generados en los órganos linfoides primarios y se activan al entrar en contacto con mutaciones y patógenos.

Los ganglios linfáticos actúan de forma similar. Son una especie de nódulos dispuestos en racimo cuya función es la de detectar y combatir infecciones, sustancias no reconocidas por el cuerpo y gérmenes. Se concentran en las partes centrales del organismo y aparecen menos en la periferia.

Por último, el tejido linfoide de las mucosas, también conocido por sus siglas en inglés, MALT, o como folículos linfoides, está asociado al sistema digestivo, respiratorio, reproductor y excretor. Sus funciones son análogas a las del bazo y los ganglios linfáticos pero su ámbito de acción se remite a zonas concretas de los sistemas mencionados.

Causas de las enfermedades del sistema circulatorio

El principal sospechoso cuando se intenta buscar un responsable para las enfermedades del sistema circulatorio que han aparecido recientemente son los malos hábitos. Entre ellos, no es necesario detenerse mucho sobre el tabaco y el alcohol, pues su efecto nocivo sobre el cuerpo humano es ya bien conocido.

Baste decir que una persona que fume con regularidad tiene una probabilidad seis veces mayor de sufrir un ataque al corazón. Por supuesto, abusar de las bebidas espirituosas no es mejor. El alcohol funciona como un vasodilatador; esto es, relaja los músculos de las paredes arteriales haciendo que el volumen del sistema circulatorio sea mayor al habitual, lo que en consecuencia pone un estrés adicional sobre el corazón. Nada bueno.

Otro de los problemas recurrentes es la mala alimentación. Una dieta desequilibrada puede causar el aumento del colesterol en sangre. A menudo oímos hablar del colesterol en la publicidad pero no conocemos en detalle por qué este tipo de ácido graso es pernicioso para la salud. Lo primero que hay que decir es que hay colesterol bueno y colesterol malo. El primero se conoce como colesterol HDL y es beneficioso pues se encarga de mantener y reparar el interior de las membranas arteriales. Al contrario, el colesterol LDL (popularmente llamado colesterol malo) se acumula en estas mismas paredes arteriales (endotelio) formando masas que pueden llegar a taponar el vaso sanguíneo. Esto puede originar trombos que son susceptibles de tener graves consecuencias sobre la salud como veremos más adelante.
Share on Google Plus

About Silvina Paul

This is a short description in the author block about the author. You edit it by entering text in the "Biographical Info" field in the user admin panel.
    Blogger Comment
    Facebook Comment

0 Reviews :

Publicar un comentario